Francisco "Guti" |
El reportaje fue publicado el 18 de enero de 2010 en la sección denominada genéricamente "ESCAPADAS", pero hasta el presente no habíamos tenido noticia de ello. Por fortuna, lo que en él se narra y describe no ha cambiado desde entonces, por lo que puedes disfrutarlo en el próximo Puente de Mayo.
Para información de quienes tampoco lo leyeron en la fecha de su publicación original, lo reproducimos a continuación.
El hechizo de los páramos
Las mesetas de la alta montaña palentina esconden verdaderos tesoros, como la reserva de Covalagua
MAR JUNCO
El gélido viento de enero acaricia con devoción el altiplano. Su desnudez se acentúa aún más y la totalidad del paisaje se hace patente. Ignoto, inhóspito, inalterable, inacabable... es la incomprendida belleza del Páramo de La Lora, en la montaña palentina, un lugar donde el horizonte se multiplica.
A primera vista, estos parajes parecen simples e inocentes pero, en realidad, son complejos y variados ecosistemas que esconden verdaderos tesoros naturales y, sobre todo, paisajísticos.
Covalagua, un espacio natural protegido situado en el municipio de Pomar de Valdivia, tiene todo esto y mucho más, ya que hay que sumarle valores geológicos (Cueva de los Franceses), arqueológicos (Menhir de Canto Hito) y etnográficos (Pozo de los Lobos).
Huellas de la Prehistoria
Pero, vayamos por partes... El Páramo de La Lora se asienta sobre un relieve caracterizado por los grandes sinclinales colgados o loras (pliegues de la corteza terrestres) donde se ha desarrollado un espectacular paisaje geológico de origen kárstico dominado por dolinas, simas, cuevas y surgencias, como la de Covalagua, lugar declarado monumento natural donde nace el río Ivia y que da nombre a todo este espacio protegido.
Por esta caverna afloran las corrientes de agua que existen en el subsuelo del páramo en forma de pequeñas cascadas que discurren entre terrazas de toba, formadas por la caliza que arrastra el río y material vegetal.
La mejor época del año para admirar estos saltos de agua es, sin duda, al final del invierno, que es cuando están en su máximo apogeo. Junto a la piscina natural en la que se recoge todo el agua, una cerca de alambre marca el límite de la Reserva de Ciervos de Covalagua, donde viven decenas de estos animales en semilibertad. Con un poco de paciencia, es fácil verlos, ya que los corzos suelen acercarse hasta los límites de su territorio.
A unos dos kilómetros de aquí, en dirección a la parte alta de la meseta, el viajero se encuentra con una moderna construcción en medio de la inmensidad del páramo, es el Centro de Interpretación y la entrada a la Cueva de los Franceses, una valiosa caverna de formación kárstica que puede ser visitada todo el año.
En su interior, descubrirá un hermoso sistema de laberintos adornados con retorcidas columnas de roca, numerosas estalactitas y estalagmitas y todo tipo de formaciones geológicas, como coladas, mantos calcáreos y banderas.... Todo el conjunto tiene una fantasmagórica belleza.
Soldados desconocidos
El nombre de esta joya de la naturaleza se debe a que cuando se descubrió, en 1904, en su interior se encontraron más de 70 cadáveres de soldados franceses. Al parecer, fueron las víctimas de una batalla acontecida en el páramo en 1808, durante la Guerra de la Independencia, entre tropas napoleónicas y un destacamento de húsares cántabros al mando del liberal Porlier.
Parecer ser que, antes que cavar una fosa común para enterrar los restos de los galos, fue más fácil arrojarlos por un estrecho pozo natural, en medio de la meseta.
En este enigmático paraje, donde predomina la horizontalidad y los límites terrenales parecen fundirse con el mismo cielo, encontramos algunos lugares más de interés, como el Menhir de Canto Hito, un monumento megalítico con una antigüedad de más de 6.000 años, el Mirador de Valcabado, desde donde se contemplan espectaculares vistas del valle cántabro de Valderredible, y, por último, el Pozo de los Lobos, una construcción que se debe a la cultura pastoril de la zona que tenía como finalidad capturar lobos.
Consiste en un pasillo hecho con muros de piedra que se va estrechando hasta acabar en un traicionero y profundo agujero, donde debían caer estos feroces animales. Cosas del páramo...
Dónde comimos
Rural y moderna
CASA FLORENCIO / Dónde: La Hiedra (Revilla de Pomar) / 979 60 90 41 / Cuánto: 20 a 30 euros.
Se trata de un Centro de Turismo Rural ubicado en una casona de piedra del siglo XVIII. En su acogedor restaurante se puede degustar una cocina de mercado que mezcla recetas tradicionales con conceptos de la gastronomía moderna: gulas con berenjena, patatas guisadas con jijas, lechazo al horno, manitas de cerdo con garbanzos, pollo con cigalas...
Nuestro agradecimiento a Mar Junco por escribirlo y publicarlo, y al amigo Guti por informarnos.
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